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A medias o por hacer: la necesaria recapitulación anual

Recapitular no necesariamente debe entenderse como una sucesión de quejas, sino más bien como una serie de retos que nos impondremos en este instante.

De manera invariable diciembre es el mes para recapitular por todo lo realizado en 365 días.

Hacemos una expiación de culpas y nos arrepentimos por todo aquello que no hicimos. Allí empieza a listarse todo lo que nos dijimos el 1° de enero que nos íbamos a cumplir. Las resoluciones envalentonadas y con el pecho erguido por unos meses que dibujábamos en un papel con nuestra mejor letra.

Cada quien sabrá lo que dejó sin cumplir. Cada uno de nosotros arrastrará la culpa hasta donde alcance el festivo ánimo decembrino. Para muchos ahora no es el tiempo para las flagelaciones por sobrepeso, libros sin leer o certificaciones por culminar. Lo que no se hizo, pues ni modo. Lo que se dejó pendiente, qué se le va a hacer. Eso expresarán muchos.

Recapitular no necesariamente debe entenderse como una sucesión de quejas, sino más bien como una serie de retos que nos impondremos en este instante, y cuyo fin es cumplirnos sin excusas de inicio de calendario («será para enero») o debido a auspicios externos («cuando me lo diga zutano o sea mi retorno lunar»).

Queda de nosotros, de la autoestimación que nos tengamos, terminar ese libro que dejamos a medias; comenzar a ocuparnos de nuestra manera de comunicarnos. Será nuestra absoluta responsabilidad comer y beber con moderación, así como escribir con precisión y criticar menos la labor que hacen otros.

Revisemos lo que podemos hacer en los días que le restan a este 2022 y aprovechemos cada «ahora» diario que vivamos. Oportunidades vendrán, pero tengamos en cuenta que las ganas de hacer o no salen dentro nuestro, y eso está fuera de todo tiempo.

Florángel Quintana

Mentora en Comunicación, Escritora, Asesora Literaria

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