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Conectando desde el ser

Desafío Emocional III: Duelos migratorios

Comprenderás que ese día del primer adiós, te surgieron las alas del migrante y volaras cual espora donde el buen viento y la buena mar te lleven.

Ser y vivir como esporas en el mundo

… Y llegó ese día en el que todas las emociones se hacen nudo en tu estómago mientras abres la puerta de tu hogar y das el paso hacia la abismal incertidumbre de emprender una vida diferente, desconocida, lejos de los tuyos. De tus olores, sabores y aromas con los que naciste.

Contigo se va, lo que puedes llevar: una maleta, mil bendiciones de tu madre, la esperanza de volver a verla.

Mientras recorres el camino hacia la frontera, aeropuerto o terminal de buses, miras la ciudad que dejas. Te das cuenta de cada detalle, del graffiti que no te habías detenido a ver pero que estuvo ahí desde siempre. Pensando si llevas lo necesario, si en la aduana no te harán preguntas incomodas. Repasas respuestas, números y direcciones a donde vas.

Te despierta del letargo y de sorpresa una caliente lágrima en tu mejilla, esa que no soltaste frente a tu viejita para que no se quede triste y sea lo que recuerde de ti. Dentro de tu pecho, algo ya está pasando, empiezas a sentir que hay un vacío extraño del que no quieres hablar aún.

Si tienes mucha suerte, cuando tu transporte llegue a destino habrá alguien esperando para darte la bienvenida o quizás no, y ahí empiezas a entender que de ahí en más te toca sólo.

Los primeros meses, se van entre papeles, legalizaciones, currículos… ¡Intentas sobrevivir! Entre culturas, costumbres, climas, dólares, políticas, lo que si y lo que no, te has distraído varias veces. De tanto en tanto, ese día libre que te dieron en el trabajo, te acuerdas de esas últimas escenas en tu hogar. A algunos le he escuchado decir: Vivo con el cuerpo aquí y el corazón en… donde están sus afectos, sus recuerdos, sus raíces.

Al tiempo de este andar, empiezas a darte cuenta que tu maleta tenía un hueco, un hueco que se trasladó a tu pecho y que hasta ahora distraído no te habías dado cuenta. Luchas con las ganas de volver y quedarte, unos días te llenas de rabia y dolor, la mayoría de ellos te sientes triste, tus nuevos amigos no logran entender tus lágrimas frente a una buena comida o un vino. Tu ya no te esfuerzas en explicarles, sólo haces silencio y alguien más rompe el momento con un chiste que les quita la atención que tenían sobre ti.

El verdadero desafío del migrante es aprender a vivir con la tristeza y la añoranza, es logar comprender que, por un lado, ese sentimiento es tan profundo porque son muchas las raíces que se desprendieron de ti. Si, por supuesto tendrás nuevas raíces, y No, no serán las mismas que aquellas que dejaste atrás. Y por el otro, si llegas a volver, posiblemente encuentres tantas cosas nuevas y diferentes que sientas que llegaste a un lugar completamente desconocido.

Hasta ese entonces, comprenderás que ese día del primer adiós, te surgieron las alas del migrante y volaras cual espora donde el buen viento y la buena mar te lleven. Ya sin más posesiones que la capacidad de ser desprendido, acostumbrarse a las despedidas, valorar cada día de tu vida, abrazar con toda la intención de dejar huella en el otro, ya que sabes que puede ser la última vez que lo veas.

El migrante no pasa por “algunos duelos” aprende a vivir entrando y saliendo de ellos, se hacen parte de su día a día, los asume con valentía y duerme abrazado a la incertidumbre, es pues un modo de vida, como sabe que nada es para siempre, empieza de nuevo las veces que sea necesario. Valientes migrantes del mundo, esporas con alas de libertad y pies de acero.

A todos los migrantes venezolanos…

#esporasenelmundo #saludemocional #despedidas #etapasdelduelo

Yelexy Mendoza

Psicoterapeuta Gestalt. Docente Orientadora Familiar. Asesora en Desarrollo del Potencial Humano

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