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Conectando desde el ser

Mujeres de nombre común, mujeres memorables

Así honro a las mujeres que nos enseñan a ser más inteligentes, más perseverantes y más enfocadas en seguir nuestros sueños.

Cada 8 de marzo las mujeres conmemoramos o celebramos el Día Internacional de la Mujer. Más allá de las diatribas desde el rencor y el señalamiento feroz hacia los hombres, yo celebro la fecha hurgando en la historia para revisitar a las notables féminas que decidieron transformar su mundo y, por ende, impactar todo a su alrededor.

De esas atrevidas deseosas de propiciar cambios es que quiero escribir hoy con una intención muy clara: despertar la curiosidad por la vida de tres mujeres conectadas desde tres factores comunes: el amor a nuestra lengua madre, el sentido de ser hijas abandonadas por el padre y la pasión por la soledad.

Quiero relatar en un viaje breve la vida de unas autodidactas, con ambición intelectual y vehementes en su hacer. Empezamos en el siglo XVII en una ciudad a dos horas de la capital de la Nueva España, San Miguel de Nepantla (1648). En ese México colonial nace Juana Inés de Asbaje y Ramírez de Santillana o Sor Juana Inés de la Cruz: una Escorpio, hija ilegítima de una criolla con un vasco; astuta y elocuente que a los 15 años deleitaba a la corte virreinal con su conocimiento de matemáticas, filosofía, historia y poesía. De ella tenemos una frase memorable: «No estudio por saber más, sino por ignorar menos»; esta fue su marca: luchar para ser una intelectual respetada en su saber. Vivió 47 años, de los cuales 27 fueron como monja. Se le considera la autora del primer manifiesto feminista con su poema satírico-filosófico «Redondilla 92» (1689) con esos primeros versos hoy muy conocidos:

Hombres necios que acusáis
a la mujer sin razón,
sin ver que sois la ocasión
de lo mismo que culpáis:
si con ansia sin igual
solicitáis su desdén,
¿por qué queréis que obren bien
si las incitáis al mal?

Fue la mayor poetisa del Siglo de Oro español acusada de ser una mujer erudita. Imaginen eso: la inteligencia de una mujer como un arma de impacto. Invito a la lectura de la Carta Atenagórica y Carta a Sor Filotea de la Cruz.

Pasamos a finales del siglo XIX, en el norte de Chile, en Vicuña (1889) donde nació Lucila María del Perpetuo Socorro Godoy Alcayaga o mejor conocida por su seudónimo Gabriela Mistral. Una Aries, pedagoga, poeta y diplomática. Reconocida como la primera mujer iberoamericana en recibir un Premio Nobel de Literatura (1945). Fue catalogada por los conservadores de su país como socialista. Su trabajo más amado fue la docencia en poblaciones rurales donde su misión fue abrir numerosas bibliotecas tanto en su país como en México. Fue una cónsul viajera; catedrática en diversas universidades de Estados Unidos y una poetisa sensible que llevaba un diario donde confrontaba a Lucila con Gabriela, la solitaria mujer con la poeta pública y reconocida. Invito a leer su poemario Desolación.

Y culminamos este recorrido en la España de comienzos de 1900, en Zaragoza donde nació María Juana Moliner Ruiz. Otra Aries también profesora, bibliotecaria y además lexicógrafa que se empeñó en hacer una tarea impecable creando el Diccionario de uso del español. Fue una estudiante sobresaliente, licenciada en Filosofía y Letras. Madre, esposa y amante del acceso libre a la cultura. Ayudó a crear 105 bibliotecas rurales y la Biblioteca Escuela en Valencia, España. Se enfrentó a la Guerra Civil y luego a la dictadura de Franco. A los 50 años comenzó la elaboración de su obra que le llevó 15 años hasta que fue publicada por la Editorial Gredos entre 1966 y 1967 en dos volúmenes con 3 mil páginas. Su objetivo fue crearla desde la practicidad, lo que marcaría la diferencia con el diccionario que publicaba la RAE, que por cierto no aceptó la postulación para que ella formara parte de la Academia. Invito a revisar su obra magnífica.

Así honro a las mujeres que nos enseñan a ser más inteligentes, más perseverantes y más enfocadas en seguir nuestros sueños, a pesar de las dificultades, las personas en contra e incluso de las enfermedades. El impulso siempre debe ser: saber, aprender y compartir más.

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Florángel Quintana

Mentora en Comunicación, Escritora, Asesora Literaria

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