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Conectando desde el ser

¿Por qué no oímos consejos?

Cuando las dinámicas no funcionan la comunicación se convierte en solo hablar.

Hablas meses con tu hijo/a dándole una orientación y meses después la mamá de un amigo le dice lo mismo que le has dicho y llega con cara de EUREKA contándote como una gran novedad algo que tienes años diciéndole.

Una amiga o amigo, tiene una mala relación y pasas meses hablando con esta persona sobre los pros y contras de esta relación. Un día va a la manicurista de confianza y esta le dice algo simple como: Mija, ¡Búscate otro novio! Y nuevamente… mirada de EUREKA, acaba de descubrir algo que tienes siglos diciéndole. Tu mismo/a, sabes en teoría muchas cosas que no aplicas en tu vida… un día EUREKA! Ya lo entiendes.

¿Por qué pasa esto?

Cuando las dinámicas no funcionan la comunicación se convierte en solo hablar. Cuando tenemos en nuestra relación con el otro implantada la queja, el “tu deberías”, los reproches, los juicios se elevan resistencias que evitan que lo que se quiere transmitir sea recibido. Otro buen ejemplo es el caso de las personas que no oyen a su madre, pero si a su mejor amiga, aunque tengan el mismo mensaje.

En el caso de la mamá del amigo, la manicurista o tu mismo llegado el momento, el factor común es que la dinámica está limpia, no hay pasado, ni reproches se está abierto a oír sin resistencia alguna. El alumno está listo para recibir al maestro. Es el tiempo de tener apertura para escuchar. Probablemente, ya lo probaste todo y quieres probar algo nuevo.

Tú como madre / padre o amiga/o ¿fuiste empática/o? ¿Te comunicaste? ¿Te pusiste en sus zapatos? ¿Tuviste la mejor intención? Probablemente sí, pero si en ese momento eres la persona con la que el otro en ese momento mantiene una dinámica particular o estás más en el rol del que aconseja o dice lo que el otro tiene que hacer y no desde el que acompaña, de plano lo que le digas, entrará por un oído y saldrá por el otro.

No importa que tan buen comunicador/a seas, si el vínculo está temporalmente agotado es difícil que haya apertura.

Respeto de los tiempos del proceso

Como cuando cocinas, toda etapa tiene un tiempo. Si estás haciendo un asado, hay que cumplir pasos y respetar los tiempos de cocción de cada parte del proceso. Si me adelanto porque tengo hambre el resultado no será el esperado, si me retraso por no prestar atención se quema el asado.

Lo mismo pasa con los procesos, cómo, dónde y cuándo, intervenir te lo dirá la observación propia o del otro. El alumno llegará cuando esté listo, antes no. Tú te escucharás y dejarás de postergar cuando estés listo/a, antes no.

Cuando el tiempo sea el preciso tus palabras caerán en terreno fértil. Aprende a acompañar y a esperar desde el respeto-

Bárbara Cuesta

Ingeniera consultora. Coach certificada miembro de la IAC. Creadora del programa de Coaching con Arquetipos y la Certificación Internacional de Coaching de Parejas para Family and Coaching Academy. Más de 10 años de experiencia en acompañamiento personal, grupal y de pareja

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