Hablar de edición me lleva a mi época de estudiante de fotografía, era el tiempo que dedicaba a preparar, cuidar, corregir, reencuadrar y adaptar la imagen, para el fin establecido, podría pasar minutos, horas, todo dependía de lo que quería lograr con aquella foto. Era un proceso minucioso, llevaba su tiempo si quería tener un buen resultado.

No les hablaré de fotografía, sin embargo, voy a referirme al proceso.

Como seres humanos, queremos ver resultados de manera inmediata, miramos los frutos y logros del otro y lo deseamos, omitiendo aquello que lo hizo posible. Piensa en este momento en una persona que admires y sea tu referente ¿Lo tienes? Puede que admires su vida, su paz, su felicidad, su hogar, su trabajo, su auto, su cuerpo, su fama, su gran comunidad en las redes. Ahora, te has detenido a pensar: ¿Cuál fue su proceso para llegar donde está?, ¿Cuántos días grises vivió?, Cuánto sudor y lágrimas le costó su paz, ¿Cuál fue la disciplina aprendida?, cuál fue el dolor que le enseño resiliencia, cuántas de sus equivocaciones convirtió en enseñanza, qué le enseño realmente a amarse, qué le hizo darse cuenta.

Cuando decidimos buscar el propósito de nuestras vidas, entramos en este proceso, que no es más que la acción de ir hacia adelante, es un acto de amor propio, tiene tu huella dactilar y es intransferible.

¿Cómo logramos avanzar, vivir plenamente y amar nuestro proceso? Estableciendo acuerdos con nosotros mismos, estos acuerdos determinan un acto de respeto, para nuestro bienestar.

“Ser impecable con tus palabras” es el primer acuerdo del libro Los 4 acuerdos de la sabiduría tolteca. Cuando este libro llegó a mis manos, entendí que todo lo que hacemos en la vida está determinado por la manera en que nos comunicamos con nosotros mismos, de allí, no dude en buscar herramientas que me enseñaran a hacerme consciente de mi lenguaje verbal y corporal.

Decidí desaprender para aprender, conocerme para luego reconocerme, aceptar quien soy, hacerme consciente de mis emociones, quitar creencias que me limitaban, palabras y actitudes un tanto groseras conmigo misma fueron transformándose en actos de amabilidad.

Víctor Frankl decía: “Si nos sentimos libres y motivados, siempre podremos generar todos los cambios necesarios para crear una realidad mucho más noble”

Amo mi proceso, él me prepara, cuida los detalles, me corrige, me reencuadra, me adapta para mi propósito por esa razón puedo decir que #SOY EDITABLE, soy #artesana de mi vida.